Parece fácil y lo es (todo es ponerse en esta vida), pero lleva mucho tiempo y trabajo, ya que quería una manta tupida y la tejí con puntos enanos: punto enano-cadeneta-punto enano-cadeneta.
La recompensa: una manta suave, de esas que atraen siestas, y la sonrisa de cuatro añitos de su dueña.
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